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Cómo atender mejor a nuestros mayores Guía Práctica
PROBLEMAS DE AUDICIÓN


Problemas de audición
Cerca de un cuarta parte de las personas de 65 a 74 años y hasta la mitad de los mayores de 75 años sufren una pérdida de audición lo suficientemente importante como para interferir con su actividad social. El hecho de no ser capaz de oír o entender las conversaciones limita la posibilidad de utilizar el teléfono, afecta a la capacidad de participar en diversas actividades sociales y produce un sentimiento de aislamiento. Si no se le pone remedio con rapidez, la sordera acaba convirtiéndose en un obstáculo que aísla socialmente. El mundo deja de tener interés, no se oye a los pájaros ni se perciben otros sonidos de la vida cotidiana. Cansados de repetir, los interlocutores sólo se dirigen a un sordo cuando no tienen más remedio. Y éste, apurado por las molestias e incómodo por las bromas o burlas que puedan producirse, deja de pedir que le repitan las frases.

También se aísla porque se cansa de leer los labios. Al final, se niega a salir porque, en la calle, en medio del bullicio, se siente aún más aislado, y los espectáculos le agotan porque debe mantenerse en alerta constante. Así, acaba por vivir en su propio mundo, calla y se repliega. En ocasiones, por el contrario, se convierte en un charlatán que habla sin parar y que acaba irritando a quienes le rodean. O, lo que resulta más grave aún: si no se toman medidas a tiempo (uso de un audífono), puede que quede alterado el propio mecanismo de comprensión de los sonidos, con lo que la amplificación de los mismos con un aparato no tendrá efectos satisfactorios.

Debido a la imposibilidad de oír, la persona que padece sordera puede volverse injustificadamente desconfiada y estar más expuesta al peligro de alucinaciones auditivas («hablan mal de mí», «me insultan»...) que pueden derivar en el desarrollo de personalidades débiles, en delirios y otros problemas graves.

La falta de audición en la persona mayor puede ser debida a diferentes problemas, algunos de los cuales pueden tener tratamiento. La causa más común de pérdida de audición en la población mayor es la llamada presbiacusia, es decir, la disminución auditiva debida al propio proceso de envejecimiento caracterizada por una otoesclerosis.

No obstante, el envejecimiento no es sinónimo de sordera. Sí es cierto que el oído sufre una serie de cambios asociados con el envejecimiento que comportan unas modificaciones auditivas, pero nunca una sordera, por lo que ante cualquier problema de audición se recomienda acudir al médico especialista, el otorrinolaringólogo, para un estudio y valoración de las causas que motivan la pérdida de audición. Según la causa, así será el tratamiento, pero nunca debe de ser el de la resignación y el de la creencia errónea de que es algo natural con la edad.

El envejecimiento no es sinónimo de sordera. Muchos casos tienen su tratamiento específico. Así al mejorar la sordera mejora su calidad de vida como el evitar el aislamiento que el no oír les produce
Muchas formas de hipoacusia son tratables y el tratamiento puede producir mejoras importantes en la productividad y la calidad de vida. Uno de estos tratamientos es la utilización de audífonos para mejorar la audición y con ello la función social. Los audífonos deben ser recetados por un otorrinolaringólogo y comprados en tiendas especializadas en audioprótesis. Deben estar adaptados a cada nivel de audición y seguir, durante su vida útil (unos cinco años), el control del especialista. Antes de adquirirlos, es imprescindible un periodo de prueba.

Existe en el mercado español una gama muy amplia de modelos de audífonos. Los hay tan pequeños que, introducidos en el conducto del oído, resultan casi invisibles; otros se colocan en la oreja o detrás de ella. Todos disponen de un micrófono y amplifican el sonido, pero los distintos sistemas que utilizan para procesar la señal hacen que se dividan en dos grandes familias: analógicos y digitales. El audífono se debe llevar siempre puesto, lo mismo que las gafas, y no quitárselo más que para dormir. De este modo, la adaptación será mejor y más rápida. Con él, vuelven a oírse los ruidos de fondo, que habían desaparecido, y el cerebro tiene que volver a aprender a seleccionar de manera normal la información auditiva que recibe para extraer de ella lo que considera realmente importante. Si el audífono no se lleva de forma permanente, el cerebro no puede restablecer esta función, es decir, reconocer de nuevo con normalidad las palabras, una vez recuperada la audición de los sonidos agudos.

Recomendaciones de actuación ante una persona mayor con mala audición

Hay actitudes muy sencillas que favorecen enormemente la comunicación con una persona con dificultades de oído y que la ayudarán a salir de su aislamiento:

- Antes de hablarle, llamar su atención

- Vigilar que no haya obstáculos entre el rostro del interlocutor y el suyo

- Mirar a la persona de frente

- Procurar eliminar, en la medida de lo posible, los ruidos de fondo

- Evitar comer, caminar o fumar cuando uno se dirige a la persona con dificultades de audición

- Hablar con claridad y a ritmo medio

- Gesticular para que las palabras sean más explícitas

- Si una frase no se ha entendido bien, o lo parece, volver a enunciarla

- Mostrarse tranquilo y ser paciente

- En caso de mala comunicación, pedir a la persona con deficiencia auditiva que sugiera los medios para mejorarla.




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