| LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER Y OTRAS DEMENCIAS | |
MANEJO DE LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA |  |
- Depresión. Tanto la familia del anciano como el propio anciano demente pueden sufrir episodios de angustia y depresión relacionados con la enfermedad. No se debe dejar que el episodio se torne crítico. Tan pronto como aparezca debe consultarse con el especialista.
- El paciente puede mostrarse agresivo, insultar o acusar a la familia. A veces es una manera de expresar su infelicidad y angustia por la pérdida constante de memoria; otras veces puede estar atemorizado por no entender lo que ocurre a su alrededor. No lo interprete como algo personal, intente calmarlo. Si grita, trate de fijarse cuándo, dónde y si se repite siempre en la misma situación, para así intentar evitarla. Préstele más atención en los momentos de calma con el fin de estimular las conductas positivas.
- Deambulación. Si camina por el día o por la noche sin rumbo fijo o buscando lugares y personas, intente que fije la atención en otra cosa o acompáñele y permita que elija la ruta fijando un punto de retorno. Elimine los obstáculos que puedan favorecer las caídas. Si tiende a salir a la calle, instale cerraduras poco accesibles y asegúrese de que siempre lleva una identificación personal.
- Conducta sexual. Junto con el deterioro de la enfermedad también suele deteriorarse su capacidad sexual, aunque puede ocurrir todo lo contrario. Si aparecen conductas escandalosas, deben impedirse o limitarse de modo suave pero firme. Si el enfermo de Alzheimer se presenta desnudo en público, trata de tocar a personas extrañas o se masturba en público, hay que recordar que no lo hace con intención. El olvido del código social se debe a una degeneración en su cerebro.
- No trate de reprimir de manera física al enfermo si no es absolutamente necesario. Pueden sentirse acorralados y volverse aún más combativos. Al contrario, aproveche el exceso de energía en ese momento. Si la persona está poniendo boca abajo los muebles del salón, puede ser el momento ideal para limpiar la alfombra. Trate de reconducir su energía y haga que le ayuden.
Considere la posibilidad de que la medicación, por ejemplo, los tranquilizantes suaves, puede ser de ayuda para algunos enfermos.
Las reacciones catastróficas son a veces como volcanes en reposo: de repente entran en erupción sin previo aviso y se acaban tan rápidamente como se iniciaron. Pero en algunos casos, la catástrofe puede parecer continua. Si éste es su caso, hable con el médico sobre una posible medicación.
- Evite el distanciamiento afectivo. Acérquese con un abrazo caluroso, un beso, una caricia. El afecto puede a menudo resolver una situación difícil. El contacto físico puede transmitir su apoyo. Puede ofrecer comprensión y afirmación además de afecto.
- Medicamentos. Se ha observado que la combinación de medicamentos puede tener efectos intoxicantes en el frágil cerebro del anciano. También pueden aparecer reacciones adversas a los calmantes, tranquilizantes y antidepresivos. Alguien en la familia debe encargarse de administrar los medicamentos al paciente. Es útil recordar al anciano por qué toma las pastillas.
- Guarde bajo llave o ponga fuera de su alcance los productos tóxicos. Algunos enfermos tienden a beber todo aquello que encuentran, lo que obliga a retirar lejías, aceite, vinagre, etc. de su radio de acción.
- Apártese de las situaciones que puedan alterarle demasiado. Si siente que está a punto de estallar, es probable que lo haga. Aléjese si cree que la situación va a sobrepasarle o si prevé violencia física. Si puede hacerlo sin poner en peligro la seguridad de nadie, aléjese de la escena durante un rato y vuelva cuando
todos se hayan calmado.
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