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Cómo atender mejor a nuestros mayores Guía Práctica
COMPRENDER LA DEPENDENCIA. SEÑALES DE ALARMA
Introducción
¿Qué es la dependencia?
¿Cuándo es dependiente una persona mayor?
Efectos y tipo de dependencia
Señales de alarma ante la dependencia
Efectos y tipo de dependencia
EFECTOS Y TIPO DE DEPENDENCIA


Las personas mayores dependientes tienen en común su necesidad de otras personas para responder a las demandas de la vida cotidiana. Estas personas ven disminuida, en mayor o menor grado, su autonomía personal, esto es, su capacidad para realizar de forma independiente las actividades de la vida diaria. Las personas mayores dependientes se diferencian entre sí en función del grado de dependencia que presentan. Algunas necesitan ayudas mínimas, como, por ejemplo, que les acompañen en algunos desplazamientos, mientras que otras requieren una atención amplia y constante, como es el caso de las que necesitan asistencia en su higiene personal o a las que es necesario darles de comer.

Habida cuenta de la importancia que tiene para toda persona mantener en su vida un grado adecuado de autonomía personal o, lo que es lo mismo, de control sobre las circunstancias de su vida cotidiana, queda claro que la pérdida de la capacidad para llevar a cabo las actividades habituales esenciales es una situación que afecta en gran medida al bienestar integral no sólo de la persona sino también de quienes la rodean, tanto por las implicaciones derivadas para ellos mismos como por lo traumático de la visión del declive de los seres queridos.

La dependencia acarrea, en esencia, dos consecuencias:

-Un estado "anormal" para la persona. La persona que ha vivido de forma autónoma durante toda su vida se halla ahora en una situación de dependencia que afecta de forma negativa al modo en que se ve y valora a sí misma, a su autoestima y a su bienestar.

-Las necesidades básicas de la persona deben ser satisfechas por su entorno más próximo, por lo general su familia, a menos que se planteen otras posibilidades (por ejemplo, ingreso en residencia, ayuda privada...). Esta labor de ayuda supone múltiples cambios a todos los niveles (sociales, emocionales, económicos, laborales).

Se distinguen tres tipos de dependencia con sus efectos correspondientes en el entorno familiar:

La dependencia física. Puede sobrevenir bruscamente, de manera que el entorno familiar la percibe con toda claridad. Sin embargo, también puede aparecer de forma progresiva y lenta, cuando, por ejemplo, surgen algunas dificultades aisladas y paulatinas: pérdida de vista o de oído, dificultades para hacer algunos movimientos como salir de la bañera, abotonarse la camisa... La dependencia entonces es más difícil de medir y de percibir, tanto por el entorno familiar como por la persona afectada. Estas limitaciones acumuladas son con demasiada frecuencia achacadas a la edad, como si fueran algo inevitable. Esta percepción impide buscar soluciones médicas -rehabilitación, medicación, operaciones- que permitirían superarlas o mitigar sus efectos sobre la autonomía. La necesidad de ayuda y de cuidados físicos incide de forma básica en la familia. Es ella quien, por regla general, asume esa responsabilidad.

La dependencia psíquica o mental. Sobreviene de forma progresiva. Se aprecia cuando la comunicación cotidiana va perdiendo sentido, coherencia y eficacia, y la conversación se hace casi imposible. Las personas afectadas comienzan a ser incapaces de expresar sus necesidades y de cuidarse a sí mismas. Para las familias, el primer paso consiste en admitir el cambio psíquico que se ha producido en el enfermo. Esto puede resultar incluso más doloroso que el desgarro que produce observar el deterioro de un ser querido. A los efectos que genera en la familia el esfuerzo por satisfacer las necesidades básicas de la vida diaria de la persona dependiente se añaden en este caso los problemas conductuales, afectivos y morales derivados del cuidado del familiar con disfunciones mentales, relacionadas en su mayoría a la demencia. Estos efectos se plasman en la carga psicológica que genera la atención a estos pacientes y que debe soportar la familia.

La dependencia afectiva. Puede estar provocada por un golpe emocional que implica cambios de comportamiento. Los despistes se multiplican y las demandas de compañía, también. Estos síntomas, a veces difíciles de descifrar, deben entenderse como llamadas de atención. Las personas mayores ven a menudo desaparecer a sus amigos. La ausencia más grave es la del cónyuge. La sensación de soledad que producen estas pérdidas viene acompañada por una legítima inquietud: "¿Cuándo me tocará a mí?". Esta forma de dependencia se manifiesta en la necesidad de la persona mayor de estar siempre acompañada y alentada para relacionarse con los demás. Conviene recordar en este punto que la soledad es la enfermedad más grave de la persona mayor.


¿Cuándo es dependiente una persona mayor?
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Señales de alarma ante la dependencia


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